La vida de los serranos ha tenido en el agua un elemento de crucial importancia a nivel económico, cultural y social, como lo simbolizan lugares tan emblemáticos como sus fuentes, lavaderos o abrevaderos, pero también sus fiestas y la forma de vida de sus pueblos. Un rico patrimonio que debemos conocer y conservar La cultura de un pueblo en muchas ocasiones viene determinada por su entorno, por la naturaleza que le rodea. Tan sólo hay que tener en cuenta que los pueblos prehispánicos tenían en el sol o las estrellas a sus principales dioses. Pero existen otros muchos ejemplos, algunos mucho más cercanos. Quizás el más significativo, donde la naturaleza es una auténtica seña de identidad, está en la Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Un lugar en el que el agua ha marcado el devenir de sus habitantes.
El origen de
este hecho viene determinado por las condiciones climáticas de esta comarca
situada al norte de la provincia de Huelva, que suele contar con abundantes
precipitaciones. La lluvia le ha aportado al paisaje una personalidad
propia que se refleja en una vegetación abundante
-con castañares, alcornocales y otros ejemplares como las encinas,
entre otros-, así como una red hidrográfica superficial única, que
otorga vida y, al mismo tiempo, imágenes de gran belleza en el discurrir del
agua por valles y otros elementos topográficos.
Así ha sido
estudiado por el Centro de Documentación del Instituto Andaluz de Patrimonio
(IAPH) de la mano de Gema Carrera Díaz y Antonio Fajardo, del Instituto
de Cartografía de Andalucía, que recogen cómo este recurso natural ha sido
utilizado tradicionalmente por el hombre en la Sierra, dando lugar a modelos de
explotación que “se han adaptado magníficamente a la vocación forestal y
ganadera de los suelos y han dado origen a uno de los modelos de
explotación mejor integrados ecológica y paisajísticamente en el medio: la
dehesa”.
Pero si
existe un símbolo de esa utilización del agua por el hombre en la comarca no
cabe duda de que debemos hablar de las fuentes y manantiales que
proliferan en los municipios serranos onubenses. Es el caso de la conocida
Fuente de los Doce Caños de Fuenteheridos o la Fuente del
Concejo en Aracena, con agua procedente de los lagos de la Gruta de las
Maravillas, que fue utilizada desde la Edad Media por la
comunidad judía asentada en el Barrio de San Pedro, por poner algunos ejemplos.
Unas fuentes
que más allá de su belleza han venido cumpliendo una función fundamental en la
vida de los serranos porque sus fines fueron el abastecimiento de agua de la
población y el riego de huertos. Pero también existen otras estructuras
destacadas, como los lavaderos y abrevaderos, sin olvidar los
molinos, normalmente utilizados para la fabricación de pan (aunque existe
una gran variedad de ellos), y las albercas o balsas.
Eso sí, de
todas estas construcciones, las fuentes y manantiales parecen ser las más
emblemáticas, simbolizando claramente la estrecha relación de agua,
naturaleza y cultura en la Sierra onubense, suponiendo “un valor
simbólico importantísimo como lugares de relación social, como enclaves de
convivencia y lugar de encuentro, constituyendo verdaderas ágoras serranas
de trabajo y de sociabilidad, ya sean de ámbito femenino (lavaderos), o
masculinos (abrevaderos), o de la relación entre ambos”. Por todo ello, las
fuentes, lavaderos, abrevaderos, molinos hidráulicos y demás
construcciones vinculadas al uso del agua en la Sierra de Aracena y Picos
de Aroche constituyen un rico patrimonio que debemos conservar.
La red
hidrográfica serrana está enmarcada, además, dentro del bosque de ribera, que
aparece en la Rivera del Múrtiga, la Rivera de Huelva, la
Rivera Caliente, el Arroyo Guijarra, la Rivera del Chanza y el
Barranco del Colgadizo, espacios que el IAPH ha constatado que
es ”refugio de una fauna rica en biodiversidad”.
En total, en
la Sierra hay tres cuencas a las que vierten los cursos de agua de la
comarca, “donde tienen origen la mayoría de los ríos de la provincia, como
son la del Guadiana, la del Guadalquivir y, con menor entidad superficial,
la del Odiel. Sus ríos ríos más representativos son el Múrtiga y el
Chanza para la primera, el Rivera de Huelva para la del Guadalquivir y
el río Odiel para esta última cuenca”, como apuntan Carrera y Fajardo.
Siendo así,
históricamente, la Sierra ha tenido en el agua un elemento que lo ha
definido desde el punto de vista económico, cultural y social de
crucial importancia, configurando la forma de vida de sus habitantes, el
paisaje e, incluso, sus fiestas. Para empezar, la ubicación de muchos de los
núcleos urbanos de la comarca está determinada por los recursos hídricos
subterráneos, abundando sobre todo en la zona centro-sur de la comarca.
Y, en este
aspecto, debemos tener en cuenta otro artículo difundido por el IAPH, en esta
ocasión realizado por Pedro A. Cantero, del Departamento de
Ciencias Sociales de la Universidad Pablo de Olavide, sobre las fiestas
marcadas por el agua en la Sierra. Un estudio que recoge cómo muchos de los
rituales que forman parte de la tradición de la comarca tienen en el
agua su razón de ser.
Quizás, una
de las más evidentes la encontramos en la fiesta de ‘Los Jarritos’ de
Galaroza, que se celebra cada 6 de septiembre, en los alrededores de
la Fuente de los Doce Caños cuyo origen se encuentra en los cacharros que se
compraban a los alfareros que pasaban camino del Santuario de Alájar con
los que los mozos mojaban a las mozas con piporros. Así sucede también con ‘La Mojá’,
que se celebra en Cumbres Mayores en la noche del 14 al 15 de septiembre.
De forma
genérica, “los juegos de agua siguen latentes en el corazón de toda fiesta; ellos
forman parte del protocolo o irrumpen desordenando una solemnidad innecesaria,
rompiendo un aburrimiento incipiente o abriendo perspectivas lúdicas. Adultos y
jóvenes echan mano del agua si se presenta la ocasión, pero son éstos a quien
ella llama en prioridad, de ahí que las fiestas de juego y agua sean las
particularmente atractivas para la juventud”, apunta Cantero.
Del mismo
modo, muchas romerías se celebran alrededor de un manantial, sin
olvidar las giras hacia las riveras para la Pascua, como sucede
en Cortegana, Galaroza y El Repilado. Y muchas de las patronas y Vírgenes
de la sierra están vinculadas al agua, como Carmen en Galaroza, la Reina de
los Ángeles en Alájar, la Virgen de la Fuente en Fuenteheridos o la de
Flores en Encinasola, entre otras.
En
definitiva, como ha quedado demostrado, el agua sigue siendo hoy en día
una seña de identidad de los 40. 000 habitantes que habitan en esta parte de
Sierra Morena. Aunque es cierto que con la vida actual se han
cambiado muchos usos del agua, de ahí que sea necesaria una mayor
concienciación de la población con respecto a su adecuada utilización, como ya
apuntó en 2007 Vicente Roselló, entonces presidente de la Federación de
Asociaciones de la Sierra de Huelva, durante la celebración de las Jornadas de
Patrimonio de la Sierra de aquel año. Sirva, por tanto, este artículo para recordar
y reconocer lo que tenemos para conservarlo
Sea como sea, con transformaciones o sin ellas, el
poder del agua en la Sierra continúa invariable. Porque más que un recurso asociada a la vida, el agua
en la Sierra es una forma de pensar y de comportamiento.
(Fuente: Huelva Buenas
Noticias 17 de Abril de 2.014)
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