Blog de la Asociación de Vecinos La Fuente del Llano


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La intención con la que nace este blog es la de conservar lo que aún no se perdió, la de intentar recuperar lo que ya perdimos, la de compartir lo que cada uno aprendió, la de trabajar para que lo que dejemos sea mucho más hermoso que lo que recibimos.

viernes, 9 de mayo de 2014

Cruces de mayo en Huelva (I)



“Las cruces de mayo es una celebración festiva bastante extendida y generalizada en la órbita cristiana, si bien adquiere gran diversidad en las formas en que se manifiesta, siendo esa diversidad expresiva una de sus más valiosas características. En general, podríamos definir este ritual festivo como un acto público de devoción a la cruz, aunque las muestras de devoción varían: desde lugares donde la celebración festiva incluye actos religiosos propios de la liturgia cristiana (misas solemnes, rosarios, procesiones, etc.), a otros lugares donde sencillamente se venera a la cruz ornamentándola no realizando ninguna otra práctica religiosa. Asimismo, la vinculación con la Iglesia de los organizadores y protagonistas de la fiesta varía según se configuren en hermandades canónicamente erigidas con actuaciones más o menos dependientes de sus sedes eclesiásticas, o bien sean grupos informales creados para el ritual festivo con ninguno o escasos actos religiosos y, consecuentemente, actuando con independencia de la Iglesia. Así pues, aún cuando en principio consideremos las cruces de mayo un ritual festivo de carácter religioso, las variaciones existentes nos hace matizar esa interpretación y tener en cuenta sus posibles orígenes.
En todo caso, siempre encontramos un elemento común en todas las fiestas: la presencia de la "santa cruz" en la escena ritual, y siempre se trata de la cruz sin la imagen de Cristo, nunca de un crucifijo. Este hecho enlaza con algunas explicaciones que se han dado sobre sus orígenes. Según J. Caro Baroja, en época precristiana estaba muy extendido el culto al árbol y fiestas en honor a divinidades relacionadas con la exaltación de la naturaleza y las cosechas, tales como la diosa romana Maia, de quien, para algunos, el mes adquiere su nombre. Este parece ser el germen de dos prácticas rituales festivas. Una de ellas es la colocación de un gran árbol, palo o mástil denominado "mayo" en una plaza o lugar central público, decorado con cintas y flores, en torno al que se baila, y utilizado a veces como cucaña y juego amatorio, cuando los jóvenes entregan a sus enamoradas las prendas conseguidas al lograr subir a lo más alto del palo. La otra práctica es el ceremonial de las "mayas", muchachas elegidas por su belleza, ataviadas con indumentaria exuberante en ocasiones entronada en un altar de manera mayestática. M. García Fernández (2004: 32) cita un texto de Modesto Lafuente de 1846, en el que se habla de las fiestas de las cruces en Madrid, haciendo referencia a las "mayas" y censurando la proliferación de "altarcillos improvisados, erigidos por profanas sacerdotisas". Con la cristianización, se deduce que el árbol-mayo es sustituido por la cruz, símbolo del cristianismo, al igual que la "maya" se aleja de consideraciones paganas para ser una moza o reina que rende culto a la cruz.
La cruz como objeto de devoción se remonta al supuesto hallazgo en el año 326 por santa Elena, madre del emperador Constantino, de la "verdadera cruz" (vera cruz) en la que fue crucificado Jesucristo. En el año 654, Recesvinto promulgaba la Lex romana visigothorum (que renovara Ervigio en 681), donde ya se hace mención a la festividad de la cruz destacándola como una de las más solemnes del año eclesiástico. Quizá el testimonio más antiguo que se conoce en España lo encontramos en el Leccionario de Silos, fechado en torno al año 650, donde se señala el dies sanctae Crucis. El culto a la cruz fue difundido por los franciscanos en Europa desde tiempos bajo medievales y dio lugar a la creación de rituales específicos, al tiempo que surgieron hermandades de la vera cruz, que se encuentran entre las más antiguas (Rodríguez Becerra 2004: 58). La fiesta litúrgica de la "Invención de la santa Cruz" se ha celebrado en el día de 3 de mayo, desde al menos el siglo VII que la fijara el Fuero juzgo, según la tradición cristiana. Pero esta fiesta fue suprimida del calendario litúrgico en la reforma llevada a cabo por Juan XXIII. En cambio, se mantiene la fiesta de la "Exaltación de la santa Cruz" emplazada el 14 de septiembre, mediante la que se conmemora la recuperación de la reliquia de la cruz por el emperador Heraclio, tras el saqueo de Jerusalén por los persas a principios del siglo VII; la iglesia católica aclama esta fiesta como la del "Triunfo de la santa Cruz".
A pesar de su ausencia en el calendario litúrgico, el día 3 de mayo se sigue celebrando en muchos lugares como el "día de la cruz", haciéndose extensible a todo el mes. El carácter popular y festero de las cruces de mayo contrasta con la celebración más ceremonial, institucionalizada y puramente eclesiástica de septiembre. En el mes de mayo, es el mismo pueblo quien mantiene y organiza fiestas en torno a la cruz, cargadas de espontaneidad, entremezclando elementos sagrados y profanos, y conservando sus connotaciones de exaltación de la naturaleza, la floración, la renovación de la vida, la fertilidad y el amor. En muchos casos, estas connotaciones fueron censuradas por la Iglesia que quedaba al margen de los actos celebrados. La falta de control por las instituciones religiosas y políticas, y el casi exclusivo protagonismo del pueblo ha supuesto, entre otras cuestiones, dos consecuencias: las significativas variaciones que se dan de unos lugares a otros, y la falta de documentación sobre estas fiestas que en poco interesaba a la historiografía oficial, salvo por la constancia de críticas e intentos de prohibiciones. Aún sin suficientes datos históricos que acrediten sus orígenes y antigüedad, parece que la celebración popular de la cruz de mayo, tal como hoy la conocemos, alcanzó su máximo esplendor durante los siglos XVIII y XIX, aunque este vacío documental haga plantearnos la posibilidad de que este ritual festivo existiera desde antes. Difícilmente podemos constatar, también, sus posibles derivaciones de la antigua veneración a la vera cruz y de las corporaciones piadosas y penitenciales que entorno a ésta surgieron. Lo que está claro es que constituyen dos formas de expresión de religiosidad distintas e incluso opuestas: la cruz como símbolo penitencial y de muerte, es tratada como símbolo de salvación y vida en las cruces de mayo.
Aún con dificultades para determinar los orígenes en el tiempo de las cruces de mayo, en Andalucía éstas sobresalen por ser una celebración festiva muy extendida por gran parte del territorio andaluz, con destacados ejemplos tanto en pequeñas localidades como en grandes enclaves urbanos: Lebrija, Córdoba, Granada, Puente Genil, Añora, etc. Dependiendo del criterio que tomemos como referencia, podríamos apuntar posibles tipologías tal y como señalan algunos autores que han tratado estos rituales festivos (Rodríguez Becerra, Agudo Torrico). Si atendemos a los modos de organización, podemos distinguir entre fiestas donde se acentúa el carácter informal con especial protagonismo de las mujeres, y fiestas articuladas entorno a hermandades y cofradías. También, en este sentido, se distinguen las cruces de mayo protagonizadas por niños. Al tomar como referencia los espacios donde se focaliza la celebración, podemos distinguir entre las cruces que se instalan en estancias del interior de las casas y patios, las cruces que se emplazan en espacios públicos como calles y plazas, y las cruces ubicadas en capillas.
Pero si las cruces de mayo han sido y son rituales festivos de larga trayectoria histórica y de considerable presencia en el territorio español y andaluz, en el caso de la provincia de Huelva adquieren una importancia particular, y esta importancia deriva de múltiples razones: su generalidad, su amplia y abundante extensión territorial, su singularidad, la riqueza de contenidos y elementos, la tradición histórica, su popularidad y la relevancia de sus significados simbólicos. Su interés alcanza el punto de ser consideradas un bien de carácter etnológico de la provincia de Huelva y ser tenidas en cuenta para incluirse en el Catálogo general del patrimonio histórico andaluz. De hecho, en el año 2001, la delegación provincial de Cultura de Huelva inició el proceso para proponer su inscripción, un proceso que los avatares políticos lo han dejado estancado en el tiempo.


(Fuente: Rituales festivos y confrontación social. Cruces de mayo de la provincia de Huelva, por Celeste Jiménez de Madariaga)

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